domingo, 22 de julio de 2012

Hoy.

 En el mundo hay suficiente espacio para todos; va con segundas, claro. Este discurso le he repetido varias veces en mi mente, recordando al mundo y personajes mi asombro, mi total incapacidad para asimilar esta forma de vivir, en la que dejan el tiempo correr y hacen como si nunca nada hubiera pasado, mientras la mierda les salpica las sonrisas. Pero las cosas pasan.  El precio que uno ha de pagar por ser fiel a unos principios, defender su forma de pensar y honor, se ha convertido en desprecio y olvido, sentir culpabilidad por estar despierto y preparado; abrazar la verdad es caminar cogido de la mano con la soledad.

Esta es la mentalidad que se viene arrastrando desde la posguerra, estar divididos es la herencia recibida por las anteriores generaciones, en un país donde antes que ser solidarios preferimos devorarnos los unos a los otros como hienas. No nos damos cuenta que abrazamos una mentalidad salpicada de sangre, que de esta forma estamos abriendo de par en par la puerta a la ignorancia, la miseria, la enfermedad y el hambre, que les seguimos dando cancha a los imbéciles que en el fondo desearían ver un derramamiento de sangre entre paisanos y que el primer paso es darse cuenta y abandonar las filas de esa gente en la que tu lealtad no es correspondida, sino reída a carcajadas. La única verdad que existe para que este mundo mejore es transformar nuestro entorno a  imagen y semejanza de esa gran persona que podemos llegar a ser, pero tener buena voluntad no es suficiente si al final decides ignorar lo que pasa. Como ya he dicho las cosas están ahí, te gusten o no. Todo el mundo puede luchar de alguna forma. El cambio siempre ha estado en nuestras manos... ¿Te atreves a intentarlo o prefieres seguir siendo un borrego más en el rebaño?.