lunes, 13 de enero de 2020

El Miedo




 Como ya es tradición en este blog, escribo una entrada por año si hay suerte, sitio este del que me acuerdo siempre,pero por el que no paso nunca, salvo para desahogarme (y ya de paso si alguien puede sacar algo productivo, pues que aproveche).


Hay algo pequeño en nuestro interior, como un tumor, pero que se alimenta de nuestros sueños y anhelos. Devora nuestros momentos felices y nuestras ilusiones, se come nuestro paso firme, nuestra voz alta, respira nuestro aire y nos cierra las puertas. Se alimenta a través de nuestros sentidos dejándonos solo el temblor, la debilidad, la apatía, el dolor y la náusea. Hasta a veces se alimenta de nuestra capacidad de desahogarnos y se bebe nuestras lágrimas. Nuestro interior se convierte en un cuarto oscuro a través del cual solo percibimos un sufrimiento ilimitado, la caída sin fin, chocar contra la pared que ya no ves y ser atravesado constantemente por un sentimiento de culpa.

Te mueves a cámara lenta por un mundo que se mueve a cámara rápida. Siempre esa sensación de haberse quedado atrás y solo. Contemplas la belleza de un mundo que no puede ser compartido. Vives sin poder terminar el ciclo.

Cuando te pones la máscara, eres otra persona, aunque va teniendo grietas, te ven más fuerte, más seguro, amable y cercano, algunos, incluso un ejemplo a seguir. Te sorprende como los puedes tener tan engañados y como puedes engañarte tanto a ti mismo. Tal vez no puedan verlo - me termino preguntando.

Y a pesar de todo somos seres que llamamos la atención, porque todos los pedazos que escondemos deben de hacer mucho ruido, que es tan poco lo que tenemos que no nos importa darlo todo hasta quedarnos vacíos o que se escapa toda la música que queda, esa melodía que dice agridulcemente que nos gustaría poder ser libres. Poder huir de ese vacío que además de llevarnos a nosotros amenaza con llevarse todo lo que se acerca.

Pero hay una cosa de la que no os habéis dado cuenta: No sabéis lo fuerte que hay que ser para ponerse la máscara y salir a enfrentarse al mundo.


"La gente no miraría con tanta alegría al sol si supiese toda la sangre que está secando" - Ernest Becker.